Desigualdad de Género y Consumo de Psicofármacos

06.01.2020


La salud mental necesita menos prevención individual y sanitaria del sufrimiento mental y más promoción colectiva del bienestar, que incluya la comunicación afectiva presencial.

De acuerdo a un análisis de las actuales cifras de Salud Mental, las mujeres son las más afectadas en sufrir depresiones y otros tipos enfermedades mentales, producto de la violencia interpersonal y otras consecuencias de la desigualdad de género que padecen.

Tal es así, que un 31,9% de las mujeres chilenas -entre 15 y 59 años- que ha tenido alguna relación de convivencia, ha sufrido violencia intrafamiliar; de éstas, 30,7% sufrieron violencia psicológica, 15,7% violencia física y 6,3% violencia sexual.

Las mujeres víctimas de agresiones por parte de sus parejas o exparejas, tienen casi el doble de probabilidades de presentar trastorno depresivo unipolar o trastornos por consumo de alcohol en comparación con las mujeres que no sufren de este tipo de agresiones.

Dicha situación quedó demostrada en la última encuesta Nacional de Salud la que determinó una prevalencia de síntomas depresivos de último año. Un 17,2% en población general y, significativamente mayor, en mujeres (25,7%) que en hombres (8,5%), así como en nivel educacional más bajo (20,8%).

Para el especialista, otra cifra que llama la atención es que cerca de un 30% de las mujeres embarazadas sufre síntomas de depresión y/o ansiedad. Si se consideran únicamente los trastornos depresivos, la prevalencia de depresión en este período es cercana al 10%, estando asociada con problemas en los niños y niñas en distintos aspectos del desarrollo cuando se produce durante la gestación y el periodo post parto.

Hoy como nunca debemos doparnos para poder vivir, es decir, intoxicarnos para no sufrir lo que el cuerpo percibe, por ello el aumento de las toxicomanías, la drogadicción en sus diferentes modalidades (legales e ilegales), la violencia como descarga, la alienación permanente para ocultar lo doloroso, etc., son todas formas explicitas o atenuadas de esta sociedad depresiva en la cual intentamos desarrollar nuestra existencia.

Cuando el remedio puede ser peor que la enfermedad

Anualmente, en Chile se comercializan cuatro millones de cajas de tranquilizantes y ansiolíticos; cuatro millones y medio de antidepresivos y casi dos millones y medio de inductores del sueño. Mientras, el uso de dosis diarias de antidepresivos en nuestro país aumentó más de 470 por ciento en tan sólo 12 años.

Pese a ello, Chile pertenece al 30% de los países que no cuenta aún con una Ley de Salud Mental, siendo que un estudio realizado en la atención primaria de salud constató que un tercio de los encuestados usaba algún tipo de psicofármaco. A todos los pacientes con evaluación de "insomnio" se les recetó uso de algunos benzodiacepinas. Cuando el cuadro fue sindicado como "trastorno ansioso", se prescribió en el 84% de los casos. Finalmente, cuando el diagnóstico fue "trastorno depresivo", alcanzó al 93% de los afectados.

En cuanto a la medicación de los psicofármacos en un centro de atención primaria de salud del país, un 74% fue prescrita por un médico general. Solo en un 13% por un psiquiatra y un 6% por un facultativo de otra especialidad.

Estas cifras están revelando una grave realidad y una urgencia en poder legislar al respecto. No se trata de abogar por la prescindencia del uso de psicofármacos en algunas situaciones, porque son de vital ayuda en algunas enfermedades, por el contrario, hacemos un llamado a empezar a cuestionarnos como país su real eficacia en todo evento y de garantizar que los cuidados a los que acceden las personas tengan la calidad adecuada.

Muchas veces son un falso auxilio o incluso perjudicial para fortalecer las capacidades propias. Y en otro sentido también, una manera de inhibir la reflexión y acción respecto de los determinantes sociales que intervienen en su generación. No todo dolor psíquico, emocional o anímico es enfermedad o trastorno mental. Algunos tienen que ver con las vicisitudes propias de la vida y nuestra estructura como seres humanos

La ansiedad, tristeza, pérdidas, dificultades de sueño, inquietud de los niños, los dilemas de hombres y mujeres, en Chile hoy "terminan tratadas como trastornos o patologías. Los fármacos pueden ser muy necesarios y útiles en patologías mentales severas que provocan una discapacidad prolongada o persistente. Pero en la reacción a problemas cotidianos y sociales nos pueden volver más débiles y reforzar las condiciones de producción del malestar social.