Día mundial de la depresión: uno de cada cinco chilenos y chilenas

17.03.2018

La depresión es un síntoma personal y social que puede ser prevenido y enfrentado positivamente. 1 de cada 5 chilenos lo necesita. Constituye una importante señal de alarma de cómo se construye la subjetividad de los chilenos y chilenas, y el costo emocional de un tipo de desarrollo y nuestro ritmo de vida.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) eligió la depresión como eje del Día Mundial de la Salud de 2017, a celebrar el 7 de abril. Todo ello bajo el lema 'Hablemos de la depresión'. Actualmente afecta a unos 350 millones de personas en el mundo.

En nuestro país, el 5,1% de los chilenos y chilenas sufre depresión, según reciente estudio de la misma institución, esto es cerca de 850.000 compatriotas. Pero según otras investigaciones de la propia OMS el 17% de los chilenos han tenido una sintomatología depresiva en los últimos meses, una de las tasas más altas a nivel mundial. Otro estudio realizada por la Universidad de San Sebastián, reveló que un 56% de los usuarios de FONASA se han sentido deprimido durante el último año. De acuerdo a los recientes resultados entregados por la Octava Encuesta Nacional de la Juventud realizada por el INJUV, señalan que uno de cada cuatro jóvenes responde afirmativamente (24%), a si en las últimas cuatro semanas se han sentido la mayor parte del tiempo tristes, desanimadas o deprimidas. Un porcentaje alto de mujeres y de jóvenes urbanos se identifican como deprimidos/as (29% y 24%), afectando principalmente a jóvenes de sectores NSE bajos y urbanos

Para enfrentar esta situación, lo primero es como sociedad asumir el eje de la campaña, referida a la importancia de hablar de la depresión. Poder o intentar poner en palabras lo que sucede, por una parte ya es un inicial elemento terapéutico; y por otra, ayuda a combatir la estigmatización de las dificultades anímicas, incluida la depresión, que constituye un obstáculo principal para que las personas puedan pedir ayuda. Hablar de la depresión nos hace bien, ya sea en contactos más personales como familiares y amigos, y también en contextos sociales o espacios públicos, constituye una forma también de toma de conciencia como sociedad de la situación, que en nuestro país tiene dimensiones altamente preocupantes.

Imprescindible es también que las autoridades públicas asuman este problema: Es necesario aumentar el gasto público en salud mental. No se está pidiendo nada desproporcionado. Actualmente llega al 2% del gasto en salud, muy por debajo del 5% que propuso como meta el propio Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría, hace ya algunos años, y que corresponde al promedio de los países OCDE. Para un ejemplo más cercano, en Uruguay este ítem llega alrededor del 8%

Y una segunda dimensión, está referida a la necesidad que nuestro país cuente con una Ley de Salud Mental, eso sería un indicador de la relevancia que le damos al tema, fortaleciendo tanto la prevención, la cobertura, así como los derechos de usuarios, pacientes y profesionales.

No obstante lo anterior existen factores protectores que se pueden fortalecer y que están al alcance de todos y todos: El poder participar de la vida comunitaria, de la conversación, desarrollar actividades sociales, mostrar preocupación por nuestro entono y vecinos por ejemplo, fortalece nuestra capacidad de empatía; y provoca que nuestro círculo de confianzas sea superior al de desconfianzas, lo que puede constituir un buen antídoto contra sentimientos de autoreproches y soledad.

A veces algunas depresiones pueden ser indicador de algún conflicto más personal no resuelto. Una especie de aviso. Lo importante es que podamos vivir la vida que nosotros decidamos, y no la que se nos impone frente a un ritmo de vida, que persigue la ambición, el éxito y el estatus.